¡Lo admito! A lo largo de mi carrera me he cuestionado como tecnólogo, el verdadero impacto de mi profesión y de mi trabajo sobre el bien común de la humanidad. Ciertamente creo que es una profesión loable y me complace decir que amo lo que hago, y que todas las mañanas despierto con una sonrisa en mi cara porque mi trabajo me apasiona.
Salvo casos en los que he sido privilegiado en colaborar en proyectos gubernamentales para diferentes países, ya sea para mejorar plataformas educativas o de salud, no puedo mentir y negar que en ocasiones cometo el error de comparar y pienso que ampliar capacidades y gestionar proyectos de tecnología se sienten como aportes intrascendentes comparados al trabajo diario de un doctor que batalla por la vida de un extraño, o el oficial de policía que hoy intenta que la comunidad respete medidas de contención del COVID-19.
Así puedo listar muchas más profesiones que admiro mientras mi trabajo se sentía sin sustancia. Bueno, ¡el COVID-19 ha cambiado todo esto!
Muy temprano en la lucha contra el COVID-19 (SARS-CoV-2) la tecnología empezó a entregar contribuciones. En tiempo récord se logró obtener la secuencia del genoma de este nuevo virus lo cual en el pasado se hubiese tardado meses o años. Este secuenciamiento y las activas mutaciones de este virus, permite por ejemplo seguir la trayectoria en los diferentes países y rutas de transmisión.
Con esperanza hemos sido testigos como proyectos de Computación de Alto Desempeño (HPC por sus siglas en inglés), que anteriormente se utilizaban para usos comerciales, modelaje y simulaciones, se han utilizado con gran éxito para identificar los fármacos existentes que nos pueden dar ventaja en el tratamiento de los síntomas y bajar la mortalidad de este patógeno.
A nivel personal esta cuarentena me ha hecho reflexionar sobre lo que debe de sentir un privado de libertad.
Seguramente al igual que muchos privados de libertad, esta reclusión voluntaria me ha hecho apreciar mucho más las libertades más básicas que en muchas ocasiones tomamos por sentadas, y valorar por demás el tiempo con mis familiares y seres queridos.
Esta cuarentena ha sido soportable no solo por nuestro compromiso con la salud pública y consideración con el prójimo para evitar en convertirnos en vehículo del virus, sino que la tecnología ha mejorado notablemente nuestra experiencia durante este aislamiento.
Personalmente no quisiera ceder placeres como la televisión streaming, contenidos en línea y la capacidad de tener video llamadas con familiares que hoy tenemos lejos del contacto físico.
Aquel ritual diario de preparar a nuestros hijos para ir a la escuela y transferir la responsabilidad de su educación a los docentes en sus aulas parece hoy algo distante.
Ante la instrucción del distanciamiento social hemos visto cómo diferentes plataformas han ayudado en sostener cursos lectivos activos en todos los niveles. Inclusive aquellos fanáticos del ejercicio han utilizado tecnologías similares para mantener su condición física con ayuda de sus entrenadores.
Uno de los efectos más devastadores de las medidas de contención han sido el cierre de comercios y la pérdida de millones de empleos globalmente. Acá la industria de la tecnología viene a brindar uno de sus aportes más trascendentales.
El habilitar a millones de trabajadores a continuar siendo productivos desde sus hogares ha sido clave para evitar que industrias enteras desaparezcan.
Alianzas se están gestando para lo que puede ser la batalla por millones de vidas, la producción de una vacuna contra el COVID-19. Solamente 86 días después de que China reportara un grupo de casos de una extraña neumonía luego identificada como el nuevo Coronavirus, se estaban iniciando pruebas humanas de una posible vacuna.
Este tiempo es considerado por autoridades de salud a nivel mundial como sin precedentes y hasta revolucionario, si se toma en cuenta la respuesta de vacunas similares en el pasado. Mucho de esto tiene que ver que nunca en el pasado hemos tenido semejante poder computacional, software y capacidades de colaboración a escala global.
El hecho que Bill Gates, billonario fundador de Microsoft, gigante de la tecnología se encuentre patrocinando hasta 7 proyectos de vacunas candidatas diferentes, considero no es una casualidad sino parte del compromiso que esta industria siente con la humanidad.
Hoy más que nunca siento orgullo por mi industria. No solo por traerte un computador más poderoso cada 18 meses, o mejorar el desempeño de tu sucursal bancaria en línea, sino por tener un impacto profundo en lo que seguramente pueda ser la peor crisis que la humanidad va a vivir durante mi tiempo de vida.
Mi conclusión final y lo que me llena de orgullo es tener la certeza que, ¡de esta la ciencia y la tecnología nos van a sacar!