En su libro Gracias por llegar tarde, el periodista Thomas Friedman nos habla de tres grandes fuerzas que están transformando al mundo: digitalización, globalización y cambio climático, fuerzas combinadas que provocan transformaciones exponenciales que superan la capacidad de adaptación de los seres humanos.
¿Cómo debemos responder? Quién no se adapta o se sube en la ola se queda en el camino, por lo tanto, no podemos frenar el proceso tecnológico, pero tampoco debemos abandonar nuestros valores y regulaciones.
La pandemia del Coronavirus (COVID-19) a nivel mundial nos obligó a cambiar/adaptarnos en implementar el trabajo en casa, convirtiéndose en una de las principales medidas que tomaron las empresas para disminuir los riesgos del contagio y así poder continuar con los negocios, enfocados también en reducir los efectos negativos sobre la economía.
El trabajo en casa es la forma de organizar y realizar trabajo remoto mediante la utilización de herramientas de las tecnologías de la información en el domicilio del trabajador, así como en lugares o establecimientos ajenos al empleador. Conceptualmente no existe una oficina como espacio físico, lo que suena fácil…
En mi experiencia personal, que me atrevo a decir que en la mayoría de los conocidos con los que he conversado el tema, se trata de una batalla titánica entre mantener el equilibrio entre ritmo laboral, el contacto con los equipos que están trabajando desde casa y la atención a nuestra familia (hijos / hogar).
Constantemente nos pasa que nuestros hijos interrumpen esa llamada tan esperada con un cliente o con la junta directiva y nos dicen: “¡Vamos a jugar!, quiero ir al baño!”. También son frecuentes esos terribles casos en los que se nos olvidó apagar la cámara y no estábamos vestidos de la forma adecuada…
El COVID-19 ha puesto a prueba la capacidad de las empresas así como las personales para adaptarnos al cambio.
Si damos una mirada lo que respecta a los equipos de trabajo, su madurez y capacidad de respuesta, generación de resultados en condiciones atípicas de operación remota, se pueden tomar en cuenta las siguientes recomendaciones para realizar nuestro trabajo remoto con eficacia, coordinación y eficiencia:
- Fijar rutinas en el trabajo remoto: Organización de tiempo, fijar horarios y establecer un espacio de trabajo cómodo, separar “casa y oficina”.
- Mantenerse en constante comunicación con tu equipo, pares y supervisores
- Claridad de los objetivos esperados, solicitudes efectivas y confianza en el equipo.
- Hagamos pausas no hablemos solo de trabajo, recarguemos, despejemos nuestras ideas y mantengamos conversaciones oportunas.
- Los colaboradores estaremos exponiendo a un mayor riesgo la información clave de la empresa, en la medida que utilicemos herramientas remotas de conexión, conozcamos cuales son las políticas de seguridad y compliance, consultemos.
- Realizar ejercicio físico en casa, mantengámonos sanos.
- ¡Aprovechemos las herramientas de tecnología remota!
La familia en el trabajo remoto debe conocer el respeto por el tiempo y las responsabilidades del otro. Esto plantea un reto adicional: debemos comunicarnos en nuestros hogares pues la pandemia trajo varios desafíos y decisiones disruptivas a todo nivel de la sociedad, y lo que veíamos como una opción de trabajar remotamente desde casa, será más común a corto, mediano y largo plazo.
“Los países y los individuos, por igual, deben ser rápidos (para innovar y adaptarse), justos (para ayudar a las víctimas de los cambios) y lentos (para desconectar del mundo exterior y conectarse de nuevo con los valores más profundos)”.
Thomas Friedman
El COVID-19 nos recordó qué tan vulnerables somos como seres humanos, abracemos los cambios para ser mejores personas y profesionales, utilicemos las herramientas tecnológicas para el beneficio de todos.